El dolor quebranta, nos hace vulnerables. Así me sentía cuando el cirujano
propuso la solución. “Esto se resuelve fácil, una histerectomía y quedas como
nueva” y me dejó sin palabras. “No hay otra posibilidad”. Lo mismo dijeron otros.
La búsqueda frente a la enfermedad siempre es desorientada, pero lo es todavía
más cuando te aseguran que buscas lo imposible. Entre la intuición y el azar
encontré el camino en las manos de GB. No prometió nada, apenas un “lo voy a
intentar”. Era una técnica no convencional y quiero creer que tan novedosa que los
demás ni siquiera la conocían. Fueron cinco horas de quirófano, pero los artesanos
de la vida no cuentan el tiempo solo disponen las manos para que el trabajo se
convierta en obra. Esos miomas gigantes ya no estaban, un día y medio de
internación en el que acompañó todo el tiempo y el final “imposible”. Y el
agradecimiento eterno”
Adriana V